El ex esposo de la candidata presidencial secuestrada en 2002, Fabrice Delloye, exigió a las FARC pruebas para constatar que los rehenes en su poder viven y cuestionó al policía que dijo haber estado cautivo con ella
Ingrid Betancourt (foto) fue secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarios de Colombia (FARC) en febrero del 2002 junto con su compañera de fórmula Clara Rojas y sus familiares no tienen certeza de que vivan, porque esa guerrilla no envía señales que así lo constaten desde hace cuatro años y un mes.
"Debemos tener fe, pero cómo podemos continuar... (teniendo) fe si no tenemos una prueba de vida", expresó Delloye en conversación telefónica desde Francia con radio Caracol. Delloye estuvo casado con Betancourt pero el actual esposo es Juan Carlos Lecompte.
Las últimas noticias que se tuvieron de esta pareja y otros, como tres estadounidenses contratistas del departamento de Defensa de ese país secuestrados en el 2003, las aportó el mes pasado el policía Jhon Frank Pinchao, quien supuestamente se fugó de un campamento a mitad de la jungla del sudeste del país en donde dijo que permaneció prisionero con ellos.
Delloye, un diplomático francés casado con Betancourt durante una década y padre de los dos hijos de la política, cuestionó la versión de que Pinchao compartiera dos años y nueve meses de secuestro con su ex esposa tras los cuales "puede solamente decir que ella está viva, hace gimnasia y nada más. De no hablar de sus hijos y dice también que ha recibido lecciones de francés de Ingrid pero no sabe hablar (sino) solamente dos o tres palabras de francés".
También consideró sospechoso que las FARC mantengan juntos a los más destacados rehenes en su poder.
Pinchao también dijo que Betancourt es encadenada por el cuello en las noches como castigo por intentar fugarse varias veces.
"Hay muchas preguntas y hasta hoy no tenemos la prueba de manera formal que Ingrid, Clara y los otros secuestrados están vivos", expresó Delloye.
A pedido de su colega francés Nicolás Sarkozy, el presidente Alvaro Uribe liberó la semana pasada a Rodrigo Granda, el más alto jefe de las FARC preso en Colombia, un gesto humanitario que buscaba respuesta de las FARC y abrir posibilidades de negociar con ese grupo rebelde la liberación de unos 60 rehenes en su poder.
También autorizó excarcelar unilateralmente hasta a 180 supuestos guerrilleros más, a lo que las FARC respondieron que no consideran liberar a sus rehenes si no es mediante un canje negociado, eso sí, en una zona de casi 800 kilómetros cuadrados despejada de militares en el suroeste de Colombia, una condición que, hasta ahora, Uribe reniega.
Francia, España y Suiza intentan facilitar los acercamientos entre las partes y el gesto de Uribe motivó a Sarkozy a promover en el G-8 un elogioso pronunciamiento que exhortó a la guerrilla a avanzar hacia un acuerdo.
Fuente: EFE
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